Estupidez. Idiotez, tontería, imbecilidad, bobada, bobería, sandez, majadería, memez, necedad, simpleza, tontada, tontuna, despropósito, gilipollez. Un total de catorce sinónimos o afines nos propone la Real Academia de la Lengua a través de su diccionario en línea para completar la definición de estupidez.
La insoportable estupidez del ser, habría que decir exactamente al jugar con el título de la célebre novela de Milan Kundera si se pretende centrar la atención en lo significativo que, entiendo, no es tanto la estupidez en sí misma sino los efectos velados o transparentes de esta.
Como tantas otras citas que sin motivo se le atribuyen, es prácticamente seguro que Albert Einstein nunca afirmó esta frase que se le atribuye: Dos cosas son infinitas, la estupidez humana y el universo; y no estoy seguro de lo segundo. Habría que consultar el libro Albert Einstein. El libro definitivo de citas para cotejarlo, pero no es el caso y, de todos modos, la imagen que contiene esta afirmación resulta de utilidad aquí.
Incluyéndome en primer término, afirmo sin rubor alguno: la gente es estúpida. No las personas, sí la gente. Y creo que somos estúpidos como consecuencia de varios factores, no sé si únicamente estos y en este orden: la atomización social para el aislamiento del individuo, la infantilización premeditada y el pensamiento mágico-pendejo.
Estupidez y atomización social
Psicología, antropología, filosofía, teología. Diversas disciplinas de pensamiento y estudio lo argumentan: el ser humano es un ser social. Así nos conformamos en lo que cada uno es. Así hemos evolucionado y sobrevivimos. Lo evidente: crisis recientes vadeadas por las estructuras sociales (léase pensiones de los abuelos en la estada mundial del 2007, familia y vecindario durante lo más intenso de la pandemia Covid), catástrofes naturales (concreto: Lorca, mayo de 2011; La Palma, septiembre de 2021; Valencia, hoy), nuestras pequeñas, medianas y grandes derrotas personales (familia y amigos).
Sin embargo, existe desde hace décadas un ya no tan velado interés en la disgregación de las estructuras sociales básicas. Sin entrar en más valoraciones, el modelo tradicional de familia. El concepto de barrio entendido como comunidad de convivientes: gentrificación, homogeneización comercial, disminución de espacios de convivencia. Las diferentes variedades de comunidad de intereses: religiosas, sociales, culturales. Todo ello subrayado y acelerado por los nuevos modelos derivados de los progresos tecnológicos: teléfonos móviles y similares, teletrabajo, entrega casi inmediata de cualquier producto o servicio a domicilio, los mega centros comerciales virtuales.
Es posible vivir años en un edificio sin saber de quienes ocupan las viviendas de al lado, proveerse de todo lo necesario sin salir de casa. Y también conseguir los ingresos necesarios para ello. Y consumir modelos de ocio del mismo modo. Si alguien así lo decidiese, pudiera pasar en casa el resto de sus días. Trabajar, estudiar, distraerse, casi relacionarse…
Y la consecuencia es la debilitación del individuo sometido a la dictadura del instante porque hoy es viable la satisfacción inmediata de cualquier apetencia sin salir de casa. Así, entiendo, solos por aislados; angustiados por la vacuidad de la inmediatez condicionada o autoexigida; débiles por impacientes, permeables, manipulables.
Infantilización premeditada
Comienza con la educación obligatoria: desde 1978 ha sido imposible alcanzar en España un pacto por la educación. Y no es necesario un máster, pero quizá sí estudios superiores (he aquí otra variable del problema) o lecturas acertadas y suficientes para alcanzar el principal motivo: los intereses creados.
Las políticas de educación contradicen la célebre frase de Crispín en la obra teatral de Jacinto Benavente: «Mejor que crear afectos es crear intereses» (acto II escena IX). La educación no se enfoca a los intereses colectivos como lo hace hacia la cuestión afectivo-emocional.
Nociestiono la importancia del desarrollo afectivo, sí la infantilización que se hace frente a gestionar la frustración, desarrollar la paciencia del logro a medio y largo plazo, planificar la superación del fracaso…
Ahora el aprendizaje es un juego. Hágase una búsqueda en línea sobre metodologías docentes innovadoras: aplicaciones digitales para embellecer contenidos mediante simplificación y adorno; procesos de juego progresivo y recompensas (lo llaman gamificación y replica -a mi entender- los procesos adictivos de los videojuegos y las máquinas tragaperras).
Se envuelve con eufemismos el objetivo final: simplificar el proceso para que el mayor porcentaje de alumnado termine la educación obligatoria obteniendo el título. Pasee usted cualquier pasillo de instituto; podría pensar, si tiene la edad necesaria, que el barullo se corresponde con el esperado en el recreo. Estudiantes que pueden llegar a entender la vida adulta y profesional como un juego intenso o un perpetuo patio.
Edmund Husserl escribe en su Lógica formal y Lógica trascendental: «El pensamiento siempre se hace en el lenguaje y está totalmente ligado a la palabra. Pensar, de forma distinta a otras modalidades de la conciencia, es siempre lingüístico, siempre un uso del lenguaje». Si no tenemos palabras, si no tenemos lecturas que enriquezcan nuestro lenguaje, nuestro pensamiento será muy pobre.
Digitalización tontuna
Obsérvese la naturaleza de buena parte de los contenidos digitales en las redes sociales, especialmente las audiovisuales como TikTok o Instagram. Simples, burdas aun cuando técnicamente elaboradas, inanes e insulsas, fútiles, vacuas. En su gran mayoría, en esa mayoría que alcanza la máxima visibilidad y distribución.
Ocurre con los textos digitales. Para que este texto que usted lee y yo escribo ahora sea bien recibido por los buscadores debe cumplir una serie de requisitos. Preferiblemente, no más de un 25% del mismo con frases que superen las 25 palabras. Es decir, frases cortas y sencillas, sin coordinación o subordinación, los recursos sintácticos que permiten la elaboración ideas complejas y la profundidad de un mensaje sin, por otro lado, tener que caer en la densidad excesiva.
También, el tipo de lenguaje utilizado. La herramienta que supervisa la escritura de este texto ha detectado que, por las palabras utilizadas, está dirigido a una población de cierta edad y lo señala como un problema, así exactamente: Complejidad de palabras. ¿Tu vocabulario está orientado a una audiencia mayor? Quiero creer que un alumno de bachillerato o una alumna de primer curso universitario puede leer este texto acudiendo, quizá, al diccionario en alguna ocasión. Quiero creerlo, pero sé que me engaño.
Otro aspecto, la longitud de tramo. No debe haber más de trescientas palabras sin que las separe un título destacado. Es poco menos de lo que cabe en un folio escrito a ordenador con letra tamaño 12, interlineado doble y márgenes generosos de 2,5cm y 3cm respectivamente. Es decir, al leer en linea hay que llamar la atención del lector a cada página. Imagine una novela escrita de este modo, a capítulo por página. Pues eso.
Periodismo infantil
Salvo la honrosa excepción de la radio, el periodismo se ha infantilizado, No es de extrañar, también se ha prostituido en buena medida sirviendo de manera indudable a los intereses adecuados para cada quien, sea cada quien una persona física o jurídica.
No hace tanto, el titular debía ser simple en cuanto a sencillo. Hoy resultan en buena medida simplones. No hace mucho, la comprensión del contenido se facilitaba mediante la disposición ordenada y jerarquizada del mismo, lo que servía también para graduar su importancia. Ahora pesa más el impacto del lenguaje: despertar emociones o sensaciones al menos, frente a suscitar pensamiento o reflexiones al menos.
Periódicos convertidos en supermercados. Literalmente en el caso digital: textos que incluyen enlaces a páginas de venta comisionada. El funcionamiento de los buscadores obliga a ello y hay medios periodísticos con dos redacciones paralelas. Por un lado, los periodistas tradicionales: información, investigación, contraste, validación, noticia. Por otra parte, equipos de redactores ocupados en escribir para el algoritmo con intención de captar visitas. Es decir, captar la estupidez del clic inmediato e irreflexivo.
Y esto es preocupante si convenimos en que el cuarto poder ve de este modo menguada su capacidad de cuestionar los otros tres poderes efectivos. Lo cual, entiendo, nos hace más débiles y vulnerables. Como sociedad. Y como individuos en aislamiento atomizado.
La estupidez del pensamiento mágico-pendejo
Me sigue haciendo mucha gracia este término acuñado por el escritor, actor y productor teatral Odín Dupeyron: el pensamiento mágico-pendejo. Puedes escucharle aquí: entrevista a Odín Dupeyron. Básicamente consiste en la estupidez de pensar de que puedes modificar la realidad pensándola. Únicamente pensándola.
Nadie niega ni discute la importancia del pensamiento positivo. Del mismo modo que un pensamiento negativo puede convertirse en profecía auto cumplida por su valor condicionante, un pensamiento positivo es útil para la motivación de mantener el esfuerzo, la mejora del estado anímico y las ventajas de esto en la consecución del logro. Etcétera.
Pero el pensamiento mágico pendejo es un memez y, una tontuna infantil. No desgranaremos ahora los postulados de Jean Piaget, padre de la teoría constructivista del aprendizaje. Señalaremos solo que el pensamiento mágico es propio de la etapa preoperacional, asociada de 2 a 7 años.
La simpleza del pensamiento mágico pendejo está profusamente extendida en el entorno digital y, por ello, se traslada al entorno cotidiano. Se convence a las personas de ser los únicos responsables de su infelicidad, de sus fracasos, de sus debilidades. Ello conlleva la angustia insuperable, por imposible, de la felicidad continua. También de la confusión entre ilusión y expectativa realista. Con ello, un círculo vicioso de insatisfacción nacida del intento equivocado al disponer acciones y esfuerzos contra la insatisfacción.
Las propuestas del filósofo Byung Chun Hal resultan de mucha utilidad en este sentido. Recomiendo leer alguna de sus obras como La sociedad del cansancio o En el enjambre. Reflexiones filosóficas con carácter divulgativo útiles en la comprensión del mundo actual.
Ir solo a la caza del mamut
Termino con una cita propia: «En la sociedad del cansancio, en la era del miedo, todo favorece el aislamiento para quebrar el componente social y alcanzar la indefensión del individuo». Detectarlo, pensarlo, decirlo, escribirlo, quizá nos vacune contra la insoportable estupidez del ser.
De lo contrario, habrá que asumir que somo enviados solos a la caza del mamut. Así titulé la carta publicada en XLSemanal el 26 de marzo de 2019 y de la que extraigo la cita anterior. Puedes leerla aquí: Solo a la caza del mamut.